La mente de los justos

Resumen de la Mente de los Justos

¿Por qué ideas como “justicia” y “libertad” tienen un significado tan diferente para cada persona? ¿Por qué es tan fácil ver los fallos en los argumentos de los demás y menos en los nuestros? Jonathan Haidt, autor de otros libros como “La hipótesis de la felicidad” o “La transformación de la mente moderna“, sostiene en La mente de los justos, que la razón por la que nos resulta tan difícil llevarnos bien es que nuestras mentes están diseñadas para ser morales, y que también estamos programados para ser moralistas, juzgar y ser santurrones.

Haidt es un psicólogo social y cultural que lleva dieciséis años investigando y enseñando en la Universidad de Virginia. Tras haber trabajado sobre las nociones de lo que nos hace felices en La hipótesis de la felicidad, ha pasado a explorar por qué la sociedad tiene tantos problemas para hablar de religión y por qué no podemos, según sus propias palabras, “hacer que las conversaciones sobre moralidad, política y religión sean más comunes, más civiles y más divertidas”.

Haidt ve la política y la religión como expresiones de nuestra psicología moral subyacente, y cree que la comprensión de esa psicología puede ayudar a unir a la gente. Por ello, La mente de los justos, examina de dónde puede venir nuestra moralidad, por qué pensamos que la “nuestra” difiere de la “suya”, si esto es cierto y, quizá lo más importante, qué podemos hacer al respecto.

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Las tensiones entre los diferentes espectros de la sociedad

La obra de Haidt llega en un momento en que las relaciones globales y culturales son cada vez más tensas. Cada vez más políticos recurren a la polémica del nosotros contra ellos, y la brecha entre liberales y conservadores se hace más amplia y hostil. Haidt aborda esta división con serena racionalidad y un genuino deseo de aprender sobre las causas de esta ruptura, preguntándose de dónde puede surgir nuestra moral y qué puede hacernos incapaces de ver el otro punto de vista.

Haidt utiliza tres metáforas para explicar sus argumentos, y divide el libro en tres secciones principales. Comienza con una discusión sobre cómo los humanos se guían primero por su intuición y hacen su razonamiento en segundo lugar, lo que significa que los juicios morales se hacen en gran medida a posteriori. Haidt pide al lector que imagine su mente dividida en dos partes: un gran elefante de procesos automáticos e intuición que tiene un jinete mucho más pequeño de procesos controlados y razonamiento, con el jinete ahí para dirigir el elefante y dar razones a nuestros instintos viscerales.

A continuación, argumenta que la moralidad es algo más que la justicia y el daño. El argumento de Haidt se basa en seis “fundamentos morales” que, en su opinión, subyacen a las respuestas humanas a los escenarios: cuidado, justicia, lealtad, autoridad, santidad y libertad. Haidt cree que los liberales valoran los dos primeros, mientras que los conservadores están más equilibrados entre los seis, razón por la cual los conservadores son capaces de atraer a un público más amplio.

La segunda metáfora del autor intenta explicar esto: Haidt ve la mente justa como una lengua compuesta por seis receptores del gusto: los seis fundamentos morales. Por ejemplo, para llegar a un público más amplio, un político debe apelar al elefante de la mente justa de una persona utilizando tantos receptores como pueda. Para destacar este punto, Haidt señala que los candidatos demócratas que tuvieron éxito en las campañas presidenciales estadounidenses, Clinton y Obama, difundieron su mensaje a través de los fundamentos morales y “supieron hablar con los elefantes”.

La metáfora final de Haidt demuestra que los humanos somos naturalmente “grupales”, además de egoístas, y que esto puede significar que nuestra moralidad puede tanto obligarnos como cegarnos. Somos, como sugiere Haidt, “90% chimpancé, 10% abeja”. Con esto quiere decir que, aunque la mayor parte del tiempo actuamos pensando en nuestros propios intereses, todos tenemos un interruptor de colmena. En determinadas situaciones actuaremos por el bien del equipo, ya sea en el ámbito político, religioso o simplemente en un partido de fútbol.

La estructura social importa, y mucho

Esta última sección recoge las influencias de Durkheim, Glaucón y Darwin. El trabajo de Haidt se basa en gran medida en la visión de Durkheim y Glaucón sobre la sociedad: que la estructura y la jerarquía no son necesariamente negativas, que evitan el caos o la “anomia” y que sin el miedo al castigo (que puede ser tan simple como un chisme que arruine la reputación), la gente no actúa de forma virtuosa.

A continuación, añade la noción de Darwin de que hemos evolucionado para operar tanto a nivel individual como grupal, retomando la idea de Durkheim de que la raza humana es un “homo duplex”. Nuestra moral se construye en consecuencia: tiene múltiples facetas que deben ser reconocidas si queremos relacionarnos con quienes tienen puntos de vista diferentes a los nuestros.

La obra de Haidt ha sido criticada, en particular por los liberales, que se oponen específicamente a su admisión de que se dio cuenta de que era centralista cuando “los atentados del 11 de septiembre me convirtieron en un jugador de grupo con un poderoso e inesperado impulso de mostrar la bandera de mi equipo”. Afirman que se vio obligado por el miedo a secundar un ataque republicano contra las naciones islámicas, y a convertirse en miembro de un “rebaño irreflexivo”.

Esta crítica ignora las secciones anteriores en las que Haidt relata sus experiencias de viaje en Odessa, y cómo despertó en él el deseo de cuestionar las suposiciones que hacía sobre la moralidad de otras personas: vivir en su cultura le hizo más capaz de ver las cosas desde su punto de vista.

De hecho, uno de los muchos puntos fuertes de La mente de los justos es que Haidt lleva al lector a través de su propio viaje de descubrimiento moralista, basándose en gran medida en sus propias experiencias y demostrando cómo sus propias suposiciones pueden ser desafiadas y derribadas. Como resultado, el libro está escrito de forma coloquial, con un toque de autodesprecio que pronto hace que uno se encariñe con el autor.

Se trata, inevitablemente, de una herramienta para ponerse del lado de Haidt, pero funciona, y funciona bien. Asimismo, esto hace que los temas y disciplinas difíciles que se tratan en el libro sean más fáciles de digerir. Haidt ha investigado, recurriendo no solo a su propio campo de la psicología, sino a la genética, la filosofía, la sociología, la antropología y la política. Los ejemplos que utiliza están repartidos por todos estos campos, y esto hace que sus argumentos sean más convincentes.

Conclusiones de la Mente de los Justos

Haidt trata fundamentalmente de averiguar por qué no podemos llevarnos todos bien, y su conclusión, que deberíamos empezar a ver las cosas desde el punto de vista de los demás, no es nada innovadora. Sin embargo, lo que impresiona de esta obra es la forma en que demuestra por qué es algo tan difícil de lograr para nosotros, y cuáles son las herramientas que podrían hacerlo posible.

La mente de los justos es una lectura difícil, no por el estilo, sino porque el contenido puede desafiarle a aceptar que el “otro lado” no es tan malo después de todo, y que tal vez su propia mente moralista podría necesitar una sacudida.

Si este resumen de La mente de los justos de Jonathan Haidt le ha gustado, otros resúmenes que hemos escrito en LaBibliotecaPerdida, como “Más con Menos“, “Esencialismo” o La lista con los mejores libros de Desarrollo Personal, le encantarán.

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