Resumen de El efecto Lucifer
En su libro El efecto Lucifer, Philip Zimbardo describe la maldad como cualquier acto malo intencionado contra personas inocentes. La mayoría de la gente cree que si alguien comete un acto realmente horrible, como un asesinato, una tortura o una violación, debe ser una persona especialmente retorcida. Se trata de una “persona malvada”, para la que la rehabilitación sería difícil o imposible.
Zimbardo presenta una teoría alternativa. Sostiene que cualquiera de nosotros podría cometer actos malvados si se le pusiera en las circunstancias equivocadas. Esto se conoce como la “teoría de la moral contextual”, porque sostiene que la brújula moral de cada persona está sujeta a un rápido ajuste en respuesta a las circunstancias cambiantes.
Dicho de otro modo, Zimbardo sostiene que los individuos malos son en realidad personas normales que se ven comprometidas moralmente debido a las circunstancias. Las entrevistas han demostrado que muchos individuos que cometen inmensas maldades -terroristas, torturadores y quienes colaboran en genocidios- son psicológicamente sanos y razonables en general. Se parecen a cualquiera de nosotros.
Se equivoca si cree que es la misma persona en todas las circunstancias
Según Zimbardo, es un error frecuente creer que las personas son buenas o malas. La verdad es que las personalidades son dinámicas y cambian constantemente. Piense en cómo se comporta cuando está presente su mejor amigo. Piense en su comportamiento cuando está con niños pequeños. ¿Es usted siempre el mismo en esas circunstancias? Lo más probable es que la respuesta sea negativa.
Su personalidad es maleable. El entorno social en el que te encuentras influye mucho en tu forma de actuar. El enfoque situacional del análisis del comportamiento humano tiene esto en cuenta. Defiende que tus actos están influidos por las circunstancias.
Así lo demostró el famoso experimento de Milgram. Se informó a los participantes en el ensayo de que formaban parte de un estudio para mejorar la memoria. Se les informó de que interpretarían el papel de un “profesor” cuya responsabilidad era ayudar al “alumno”, un actor en una habitación secreta, a memorizar pares de palabras.
El profesor pulsaba un botón para dar una descarga eléctrica al alumno cada vez que cometía un error. La descarga era más intensa con cada error adicional. A medida que aumentaba el voltaje, el alumno se mostraba cada vez más alterado y dolorido, y cometía más errores.
La mayoría de los profesores seguían aumentando la intensidad de la descarga a pesar de que el alumno parecía sentirse incómodo. A los que empezaban a mostrar resistencia se les informaba de que así lo exigían las normas. Los resultados finales mostraron que el 65% de los participantes dieron al alumno el voltaje máximo, letal. Aunque no todos los participantes eran desagradables, esto demostró que incluso la gente corriente es capaz de actos terribles.
La gente normal puede volverse cruel con rapidez, como demostró el experimento de la prisión de Stanford
El experimento de la prisión de Stanford también demostró la rapidez con la que la gente normal puede actuar con crueldad. Mientras asistía a la Universidad de Stanford, el propio autor llevó a cabo este experimento. Planeó observar la conducta de los estudiantes en una cárcel improvisada.
Zimbardo se aseguró de que todos los participantes compartieran una educación de clase media y estuvieran libres de cualquier historial previo de enfermedad mental o actividad delictiva. A algunos se les obligó a hacer de guardias, mientras que a otros se les recluyó. A los reclusos se les colocaba en pequeñas celdas después de despojarles de sus ropas, se les asignaban números en lugar de nombres y los guardias les daban porras de madera. Lo sorprendente fue la rapidez con la que este experimento se descontroló. Al poco de comenzar, un preso desobedeció a un guardia, que respondió golpeándole con un extintor.
Los guardias pronto idearon métodos para humillar a los reclusos, como hacerles orinar en un cubo dentro de su celda y no vaciarlo. Los guardias también se llevaban la ropa y las camas de los cautivos y les hacían dormir en el frío suelo.
Estaba previsto que el experimento durara dos semanas, pero, por razones obvias, tuvo que interrumpirse tras solo seis días. Los resultados de este experimento son alarmantes porque lo más probable es que estos chicos no se comportaran de forma tan cruel y sádica en condiciones normales.
No tienes por qué ser una mala persona; siempre puedes tomar buenas decisiones.
Puede que ahora mismo estés pensando que todos somos fundamentalmente malos y que no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. Sin embargo, Zimbardo afirma que hay pasos que podemos dar para combatirlo, porque nuestro potencial para actuar de forma incorrecta depende de nuestras circunstancias.
En primer lugar, acostúmbrate a responsabilizarte de todas tus decisiones, incluso cuando nadie te vea. No disminuye tu responsabilidad por tus actos solo porque alguien no pueda verte debido a tu sombrero y gafas de sol.
En segundo lugar, deja de escuchar a una autoridad si crees que actúa injustamente. Puedes encontrar en ti mismo la capacidad de decir no si algo no te parece correcto, solo como hubo voluntarios de Milgram que se negaron a administrar descargas incluso cuando las figuras de autoridad se lo ordenaban.
Por último, analiza la ideología que subyace al comportamiento. Considere si la invasión hará avanzar realmente la causa de la democracia y la libertad, por ejemplo, si ése es el objetivo.
Zimbardo afirma que podemos alcanzar el estatus de héroe trabajando por el bien y oponiéndonos al mal. Los héroes son personas que pasan a la acción cuando los demás están inactivos y anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias.
Conclusiones de El efecto Lucifer
El libro en sí es excelente. Sin embargo, preferimos profundizar en nuestras reseñas.
Además, no me gustó cómo Zimbardo defendió su experimento y sus puntos de vista durante mi investigación para esta reseña de “El efecto Lucifer” en lugar de apoyar la veracidad de los datos científicos.
Tampoco me gustaría que tirásemos al niño con el agua de la bañera, porque el Experimento de Stanford ha sido criticado como un experimento científico defectuoso. Las personas se ven afectadas por sus roles sociales y profesionales. Y ya hemos visto a gente normal haciendo cosas malas. Además, quiero hacer hincapié en evitar que se repita el incidente.