Resumen de Razones para seguir viviendo
Razones para seguir viviendo te muestra los peligros y dificultades que rodean a las enfermedades mentales, descubre el estigma que las rodea e identifica cómo recuperarse de ellas compartiendo la historia de la recuperación de Matt Haig tras un terrible ataque de pánico y su posterior batalla contra la depresión y la ansiedad.
Cuando Matt Haig tenía unos veinte años, tuvo que enfrentarse a estos problemas, ya que sufría un ataque de pánico demasiado grave que le impedía salir de la manguera. Se le ocurrieron algunas soluciones inspiradoras. Por primera vez en su vida, se permitió sentir plenamente en lugar de evitar lo que le produce ansiedad o recurrir a fármacos u otros calmantes para adormecer su pavor.
Esta sinopsis describe cómo Haig desarrolló un método para enfrentarse a la ansiedad sin rodeos y se negó a forzarse a permanecer en su zona de confort. Aprenderás cómo los libros le sirvieron de salvavidas, de amigos cuando se sentía increíblemente solo y de método para expresar lo que le pasaba.
Si quieres superar la depresión, sal de tus propios pensamientos leyendo literatura.
¿Alguna vez has intentado aclarar una idea difícil a un amigo? A menudo no lo entienden, a pesar de que usted sabe exactamente cómo hacerlo, desde abrir la boca hasta pronunciar las palabras. Después de su ataque de pánico, el autor se encontró en la frustrante situación de no poder ser comprendido. Era incapaz de explicar sus emociones a su familia y amigos de un modo que pudieran entender.
Era como “intentar describir la Tierra a los extraterrestres”, porque su paradigma era muy distinto del de ellos. Se esforzaba por articular lo que le ocurría a sí mismo, lo que resultaba aún más frustrante. La perspectiva de Haig se vio totalmente superada por la preocupación y la depresión.
Sin embargo, un héroe aparentemente improbable -los libros- le trajo esperanza. Aunque mucha gente lee para evadirse de su mundo, el autor descubrió lo contrario. Pudo redescubrirse a sí mismo con la literatura adecuada. Empezó a ver que no estaba tan solo como imaginaba cuando se topó con personajes que se sentían ajenos. Pensó que podía identificarse con esos escritores, ya que habían experimentado una soledad similar a la suya.
Incluso el propio lenguaje de los libros, que a veces puede resultar desconcertante, ayudó a Haig a entender por lo que estaba pasando. Los protagonistas, llenos de propósito, le prestaron su orientación cuando él no sentía que la tuviera. Y ahora su libro se lo proporciona a quienes lo leen.
Antes de que todo llegara a ese punto, ya se había advertido de que la crisis era inminente.
¿Es factible que la ansiedad aguda y la desesperación realmente golpeen tan repentinamente como un rayo? Al parecer, Haig experimentó algo parecido. Fue aterrador cuando comenzó el inesperado “colapso” al que se refiere. Tuvo la impresión de que algo en su cerebro había fallado de repente durante el colapso. Sin embargo, pudo descubrir que la ansiedad había comenzado antes que los ataques de pánico que le habían afligido en Ibiza, cuando retrocedió en el tiempo.
Según sus recuerdos, experimentó ansiedad por primera vez cuando tenía diez años. Odiaba que sus padres salieran por la noche, y aún recuerda cuando era niño y esperaba en casa a que llegaran, aterrorizado por la posibilidad de que les ocurriera algo horrible. ¿Habría sido una desgracia la causa de la muerte de sus padres? ¿O habían sido víctimas del ataque de un perro callejero?
De adolescente, notó un aumento de su ansiedad por la separación. A los 13 años, por ejemplo, tuvo que pasar la noche en un granero con los demás alumnos de su clase, mientras participaba en un campamento escolar. Se puso tan ansioso que, aunque estaba profundamente dormido, empezó a gritar. Se acercó sonámbulo a una ventana y se golpeó el brazo contra el cristal.
Los hombres con depresión, en particular, son más propensos a sentirse socialmente aislados.
Cuando te rompes un hueso del cuerpo, adquieres muletas y te vendan la pierna para que esté rígida. La gente suele intentar ayudarte si ve inmediatamente que has tenido algún tipo de accidente. Pasajeros inconscientes te cederán sus asientos en el autobús. Tus amigos te llevarán la compra a casa. No es fácil. Pero al menos ahora la gente sabe cómo tratarte con cuidado.
La ansiedad y la depresión no solo son difíciles de tratar, sino también invisibles. Haig podría estar sufriendo un terrible ataque de pánico, pero un extraño podría percibirlo simplemente como un poco lento u olvidadizo. Aunque un observador agudo habría notado que las pupilas de Haig se agrandaban, no habría sabido qué tenía Haig entre manos.
Uno de los días en que se sentía tan mal, Haig rompió a llorar en el dormitorio de sus padres. Cuando su padre entró en el espacio, le abrazó. Haig sintió un breve alivio. Más tarde, su padre le aconsejó que se calmara.
Todo lo que su padre quería era ayudarle. Todo lo que quería era que su hijo mejorara. Pero decirle que lo superara era pedirle lo imposible. Haig sintió como si su mente se hubiera desintegrado. Le faltaba la fuerza necesaria para desterrar aquella emoción. Le faltaba el apoyo de quienes le dejaran expresar lo mal que se sentía en lugar de presionarle para que se recompusiera.
Conclusiones de Razones para seguir viviendo
Experimentas una perspectiva alterada del mundo si te invaden la preocupación y la tristeza. Tienes la impresión de que no hay futuro para ti y que nunca volverás a apreciar la vida. Esto, sin embargo, es fantasioso. Con el tiempo podrás recuperar la perspectiva e idear formas de empezar a sentirte más normal. Te volverás más sensible al mundo exterior como resultado de experimentar desesperación y ansiedad. Podrías sentirte abrumado por ello, pero también podrías disfrutarlo.
Averigua qué te produce una sensación de alivio.