Exuberancia irracional

Resumen de Exuberancia irracional

Poco después de un informe de 1996 del autor Robert Shiller, autor de otros libros como Narrativas económicas y Las finanzas en una sociedad justa, Alan Greenspan, presidente de la Junta de la Reserva Federal de EE. UU., advirtió al país sobre el estado de ánimo de “exuberancia irracional” que estaba haciendo subir los precios de las acciones. En retrospectiva, está claro que el toro no había hecho más que empezar. Cualquiera que hubiera hecho caso a esa advertencia se habría perdido unas ganancias casi sin precedentes.

Pero Shiller demostró ser profético cuando el mercado alcanzó su punto máximo y se desplomó en 2000, el año en que publicó la primera edición de exuberancia irracional. Shiller no enseña a medir el tiempo en el mercado, sino que desacredita axiomas de inversión muy apreciados, como la creencia de que las acciones o los bienes inmuebles son necesariamente grandes inversiones a largo plazo. Desacredita los informes financieros, señala los factores psicológicos y emocionales que hacen que los inversores se comporten de forma irracional, y lanza una nota de precaución tan oportuna ahora como en el cambio de milenio. Exuberancia irracional le vacuna contra el virus de la credulidad.

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Recordar los fundamentos

La teoría financiera parte de la base de que las personas son racionales y toman decisiones basadas en hechos. Los inversores miran los informes financieros, calculan los rendimientos, comparan las inversiones y consideran los valores económicos fundamentales y el riesgo antes de comprar o vender acciones. Dado que el sistema económico actual se basa en este supuesto y que la Junta de la Reserva Federal utiliza modelos derivados del mismo para gestionar la riqueza, es importante señalar que las decisiones individuales de inversión no son racionales.

En los años 90, muchas personas invirtieron en acciones por la creencia de que seguirían subiendo. Incluso cuando los precios de las acciones eran extremadamente altos y no se ajustaban a los beneficios, las ganancias y los valores fundamentales, los inversores seguían comprando.

Tras el desplome del año 2000, los inversores se centraron en el sector inmobiliario como su próxima gran apuesta. Aunque los precios empezaron a subir en 1997, realmente despegaron después del año 2000. Esto se debió a que los compradores descontentos perdieron la confianza en las acciones y no aprendieron de sus errores.

Mientras las acciones triplicaban su precio, los precios de las viviendas subían a un ritmo aún más rápido. Esto no tiene precedentes históricos y se ha llamado “burbuja inmobiliaria”. La subida de los precios inmobiliarios fue tan extrema que los periódicos, que antes apoyaban la subida de los precios de las acciones, empezaron a llamarlos “burbuja”.

Perspectiva histórica

A principios de la década de 2000, el mercado de valores triplicó su valor. Durante ese mismo periodo, la renta personal y el producto interior bruto aumentaron menos del 30%. Los beneficios de las empresas aumentaron solo un poco más que eso. El precio de la vivienda aumentó un 9% durante ese periodo. Teniendo en cuenta estas cifras, este aumento era injustificado, ya que los beneficios no aumentaron a un ritmo comparable al de las subidas del precio de las acciones en los años anteriores.

De hecho, las acciones han estado subiendo durante décadas sin grandes cambios en sus tasas de crecimiento o valores, a pesar de algunas fluctuaciones aquí y allá que se debieron en gran medida a las condiciones económicas, como la inflación o la deflación, y no al rendimiento real de las propias empresas. La burbuja comenzó en la década de 1980, cuando los inversores empezaron a comprar acciones a precios insostenibles, basándose en expectativas irracionales sobre los futuros rendimientos de la inversión, que nunca podrían cumplirse dada la rapidez con la que se inflaron más allá de cualquier métrica de valoración razonable para las acciones, como los beneficios por acción o la rentabilidad de los fondos propios.

Esto es similar a lo que ocurrió durante los locos años veinte, antes de que terminara con una caída en 1929, justo después del martes negro, causada por las ventas de pánico de los especuladores, que perdieron dinero cuando intentaron vender todas sus participaciones de una vez, sin tener en cuenta los fundamentos subyacentes de las empresas cuyas acciones poseían, que ya entonces mostraban signos de problemas, pero que fueron ignorados hasta que fue demasiado tarde.

La relación precio-ganancias

Históricamente, se puede observar que las altas rentabilidades siguen a las bajas relaciones precio-beneficio. Lo contrario también es cierto, con rendimientos bajos o negativos después de años de alta relación precio-beneficio. En enero de 2000, la relación precio/beneficio llegó a 44,3.

Fue un nuevo récord para Estados Unidos y no hay precedentes para predecir lo que sucedería después. Sí sabemos que en 1901 la relación P/E alcanzó 25,2 sin que se produjera un cambio inmediato de la fortuna (los precios siguieron subiendo).

En 1920 los precios habían vuelto a caer a los niveles anteriores a 1901 (unas 3 veces más bajos que antes). Si nos fijamos en 1929, vemos otro ejemplo de una relación P/E muy elevada, de 32,6, justo antes de que se produjera el crack (una caída del 80% desde el valor máximo). Hubo que esperar hasta 1958 para que los precios volvieran a su nivel de septiembre de 1929, lo que significa una pérdida real media del -13% anual compuesta durante 20 años. Resultados similares se produjeron en 1966, cuando alcanzó el 24,1, así como en 1975, cuando cayó un 56%.

Conclusiones de Exuberancia irracional

Exuberancia Irracional, de Robert Shiller, es una lectura obligada para cualquier inversor que busque datos históricos sobre los rendimientos del mercado y cómo identificar las burbujas del mercado.

Robert Shiller sigue siendo muy activo en el mundo de la inversión, y da clases de inversión conductual en Yale. Shiller también es famoso por haber creado el ratio CAPE, que ayuda a definir el PER de Shiller, al que se suele hacer referencia siempre que se habla de la valoración de los mercados.

Si este resumen de Exuberancia irracional de Robert Shiller le ha gustado, estoy seguro de que le encantarán otros resúmenes, como “Cuándo robar un banco“, “Freakonomics“, “Cómo piensan los Ricos” o Los mejores libros sobre finanzas personales.

 

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