La Práctica de la inteligencia Emocional

Resumen de La Práctica de la inteligencia Emocional

En su libro La Práctica de la inteligencia Emocional, Daniel Goleman presenta pruebas de que la inteligencia emocional es el factor más importante para alcanzar el éxito. Explica cómo se puede conseguir mediante la formación y da ejemplos de cómo mejorar la inteligencia emocional en el trabajo.

El autor del libro “Inteligencia Emocional“, “Inteligencia Ecológica” o “Focus” afirma que existe un nuevo tipo de inteligencia, la inteligencia emocional. Este tipo de inteligencia se ha llamado antes habilidades blandas y es fundamental para lograr los objetivos en la vida. Las investigaciones realizadas por Goleman demuestran que los líderes que son buenos en competencia emocional tienen mucho más éxito que los que no lo son. Además, esta importancia aumenta a medida que se asciende en la escala empresarial: cuanto más se sube, más importante es la competencia emocional.

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Claves del libro

La inteligencia emocional apoya la adquisición de la competencia emocional. Según Goleman, hay veinticinco competencias emocionales que pueden aprenderse. Las agrupa en cinco categorías, tres de las cuales son “competencias personales”, mientras que dos son “competencias sociales”. La primera categoría personal es la autoconciencia; la segunda, la autorregulación (control de los impulsos); y la última, la motivación. La primera categoría social es la empatía (comprender los sentimientos de los demás), mientras que la otra categoría social consiste en las habilidades sociales (la capacidad de provocar respuestas cooperativas de los demás).

La segunda sección del libro trata de doce competencias personales. La primera es el autodominio, que proviene de nuestros sentimientos viscerales. Goleman sostiene que estos sentimientos viscerales nos guían y nos ayudan a tomar decisiones en la vida enviando información a nuestro cerebro a través de vías nerviosas.

El cerebro humano tiene una memoria de trabajo que nos ayuda a pensar y planificar el futuro. Cuando nos sentimos estresados, nuestras emociones tienden a apoderarse de la memoria de trabajo del cerebro, lo que provoca ansiedad o ira. Sin embargo, la autorregulación es importante porque nos permite gestionar nuestros impulsos y controlar lo que ocurre a nuestro alrededor mediante la cooperación entre las partes emocional y ejecutiva del cerebro. Es fundamental para cinco competencias personales: autocontrol, confianza, conciencia, adaptabilidad e innovación.

Según Goleman en La Práctica de la inteligencia Emocional, los motivadores más poderosos son internos y no externos. Dice que las personas que disfrutan de su trabajo o tienen una sensación de fluidez mientras trabajan lo harán mejor que las que no lo hacen. Sin embargo, para que esto ocurra, tienes que encontrar algo que te entusiasme y que suponga un reto para tus habilidades. Si consigues estas dos cosas, podrás conseguir más éxito en el trabajo y serás más feliz con tu trabajo.

La tercera sección del libro, “People Skills”, habla de cómo ser un buen líder. El don de gentes es importante en cualquier situación empresarial. La primera competencia social es la empatía, es decir, comprender a los demás y sus reacciones. Después vienen otras cuatro competencias sociales: orientación al servicio, aprovechamiento de la diversidad, conciencia política e influencia. Estas cinco ayudan a liderar y catalizar el cambio.

Las cuatro últimas competencias sociales que tipifican a los “trabajadores estrella” se basan en la capacidad de coordinación con los demás. La coordinación social se da cuando las personas trabajan juntas y maximizan su potencial como equipo, lo que puede conducir a un mejor rendimiento que si cada persona trabajara individualmente.

Conclusiones de La Práctica de la inteligencia Emocional

El autor afirma que se desperdician millones de dólares en programas de formación porque carecen de métodos para cambiar el comportamiento. Es cofundador de una organización de investigación que ha elaborado unas directrices para la enseñanza de la competencia emocional en las organizaciones. Estas directrices incluyen quince mejores prácticas basadas en la investigación científica sobre el cambio de comportamiento. Son más eficaces cuando se utilizan en combinación con otras y pueden ilustrarse con anécdotas de la experiencia del autor trabajando con empresas de todo el mundo.

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