Resumen de El Que Susurra En La Oscuridad

Resumen de El Que Susurra En La Oscuridad

“El Que Susurra En La Oscuridad” es un relato corto de H.P. Lovecraft. Escrito entre febrero y septiembre de 1930, se publicó por primera vez en Weird Tales, agosto de 1931. Similar a “El color del espacio” (1927), es una mezcla de terror y ciencia ficción. Aunque hace varias referencias al Mito de Cthulhu, la historia ya no es una fase central del mito, pero muestra un cambio en la escritura de Lovecraft en este momento hacia la ciencia ficción. El relato introduce además a los Mi-Go, una raza alienígena de criaturas fungoides.

Ansioso por satisfacer su curiosidad, Albert Wilmarth investiga una serie de avistamientos y apariciones de seres deformes en una zona afectada por terribles inundaciones. Un tropiezo con un residente del vecindario que tiene mayores pistas les lleva a ambos a la horripilante verdad: los avistamientos son reales e implican a una raza alienígena que tiene capacidades únicas con el cerebro humano.

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En las montañas de la locura

Las inundaciones de 1928 traen rumores de nuestros cuerpos ordinarios en los ríos crecidos del Vermont rural. Estos rumores se basan en cuentos más antiguos sobre seres alados, parecidos a cangrejos, procedentes de las estrellas y con un puesto avanzado en las colinas. Albert Wilmarth, profesor de folclore de la Universidad de Miskatonic, escribe editoriales argumentando que se trata, en términos sencillos, de la instanciación vecinal de un mito general.

Henry Akeley, un agricultor formado de Vermont, escribe para insistir en que tiene pruebas de la veracidad de los rumores. Ha visto a las criaturas, ha tomado fotos de sus huellas, incluso ha hecho una grabación y ha localizado una extraña piedra negra con sus jeroglíficos, pruebas que se presenta para compartirlas. Pero las criaturas y sus espías humanos le acosan ahora, intentando reclamar estos objetos.

Wilmarth, inexplicablemente satisfecho de la cordura y sinceridad de Akeley, cree ahora que los recuerdos están respaldados por fenómenos reales, aunque mundanos. Posteriormente, Akeley envía instantáneas de huellas de cangrejos -más bien de garras- de especies desconocidas y de la piedra negra de aspecto alienígena. Sus jeroglíficos aparecen vinculados al Necronomicón, y rastro de cosas medio locas de antes de la formación de la Tierra. La carta adjunta transcribe conversaciones zumbantes escuchadas en el bosque por la noche, e inferencias sobre las conexiones de las criaturas con los horribles nombres y lugares del Mythos.

El cazador de la oscuridad

Wilmarth las encuentra persuasivas. Incluso ahora, cuando el tiempo ha embotado sus impresiones, haría cualquier cosa por alejar a la gente de estas colinas de Vermont. El descubrimiento de un mundo más allá de Neptuno le preocupa profundamente, al igual que las exploraciones actuales del Himalaya. Él y Akeley determinaron que las leyendas allí de los Mi-Go están relacionadas con las criaturas de Vermont.

Akeley y Wilmarth siguen intentando descifrar la piedra. Por insistencia de Akeley, no informan a nadie. Akeley envía el fonógrafo, lo transporta desde Brattleboro porque cree que las cepas del norte están comprometidas. Hizo la grabación en la víspera de mayo de 1915, sabiendo que las voces extrañas habían sido extra probablemente para ser escuchado en la noche del sábado. Wilmarth lee la transcripción y luego escucha las voces inhumanas y zumbantes, junto con la voz de un humano que lleva a cabo con ellas un ritual de alabanza a Cthulhu, Shub-Niggurath y Nyarlathotep. Wilmarth comparte las frases ahora de memoria, pues ya no dispone ni de grabación ni de transcripción.

Los dos hombres analizan la grabación, llegando a la conclusión de que orienta a repulsivas antiguas alianzas entre los humanos y los habitantes fungoides de Yuggoth, un planeta en la faceta del sistema fotovoltaico. El propio Yuggoth es básicamente un puesto avanzado de la enorme raza alienígena de los Exteriores. Se plantean estrategias sobre cómo enviar la piedra negra sin la interferencia de los Extraterrestres, un tema muy urgente ya que algunas de sus cartas no llegan. De hecho, cuando al final Akeley envía la piedra, ésta desaparece. Un empleado, en cualquier otro caso veraz, curiosamente se excedió al entregársela a un persuasivo desconocido.

Criaturas Extraterrestres y Apego a Vermont

Akeley escribe ahora que las criaturas se acercan, y sus cartas se vuelven frenéticas. A menudo le cortan las líneas telefónicas y matan a sus cachorros defensores. Habla de trasladarse a California para quedarse con su hijo, pero algo más allá de su apego a Vermont parece querer retenerlo. Entonces escribe por fin que las criaturas le han hablado, y pretenden llevárselo a Yuggoth de una “forma terrible”. Está resignado: le resulta imposible escapar.

Wilmarth insta a Akeley a actuar, pero al día siguiente recibe una carta, cruzándose con la suya, que es sorprendentemente tranquila. Akeley ha hablado con el mensajero humano de los Externos, y se ha dado cuenta de que los ha juzgado absolutamente mal. Trabajan en secreto para protegerse de los malvados cultos humanos, pero no quieren hacernos daño: solo desean permanecer en paz y ampliar la relación intelectual entre nuestras especies. Akeley invita a Wilmarth a venir y compartir todo lo que ha descubierto, y a traer todos los materiales que Akeley ha enviado, para que puedan revisarlos juntos bajo esta nueva luz.

El inesperado cambio confunde a Wilmarth, pero la probabilidad es irresistible. Viaja a Vermont, donde le recibe Noyes, un evidente amigo de Akeley. Akeley sufre un ataque de asma, pero está ansioso por conocer a su corresponsal. La aprensión de Wilmarth crece a medida que viajan a casa de Akeley.

Akeley espera en la oscuridad, incapaz de hablar más allá de un susurro. Una bata y unas vendas cubren sus manos y su rostro tenso e inflexible. Pero da la bienvenida a su invitado, prometiéndole revelaciones increíbles. Habla de Yuggoth, de viajes a través de la casa y el tiempo, y de los grandes misterios del cosmos.

La terrible verdad de Yuggoth: las cartas de Akeley

Al final explica cómo él -y Wilmarth, si quiere- viajarán más allá de la Tierra. Solo los alienígenas alados pueden hacer este tipo de viajes en sus propias formas, pero han aprendido a extraer inofensivamente los cerebros de otros, llevándolos en botes que pueden conectarse a entradas visuales y auditivas y a altavoces. Y mira: ¡hay algunos en esa estantería!

Wilmarth conecta uno de los botes y habla con un humano que ha viajado, en la cosmopolita compañía de los Extraterrestres, a 37 cuerpos extraterrestres. Tienes que venir, ¡es genial!

Aturdido, Wilmarth va dando tumbos hasta la cama, con la curiosidad científica convertida en repugnancia. Le despiertan las voces de abajo: dos Extraterrestres, Noyes, otro humano y cualquier persona que utilice el dispositivo de altavoz. Solo puede distinguir algunas palabras, pero el recipiente parece angustiado. Wilmarth teme que algo vaya muy mal. Akeley está bajo amenaza o hipnotizado, y debe ser rescatado. Pero abajo solo encuentra la ropa vacía y los vendajes de Akeley. Deja vagar su linterna y huye de lo que ve.

Las autoridades a las que lleva más tarde no encuentran a nadie allí, ni rastro de la correspondencia oculta. Pero los archivos de las líneas de móvil cortadas de Akeley, y su repetida compra de perros, aconsejan que hay algo más en el misterio que un intrincado engaño. Y el reciente descubrimiento de Plutón sugiere más riesgos por venir.

Conclusiones de El Que Susurra En La Oscuridad

En resumen, “El Que Susurra en la Oscuridad” es una historia de terror cósmico que explora temas como el miedo a lo desconocido y la posibilidad de contacto con formas de vida extraterrestre. A través de las cartas de Akeley y la visita de Wilmarth a la granja, Lovecraft construye una historia llena de tensión y misterio que deja al lector reflexionando sobre lo que realmente sucedió y lo que podría estar esperando en el universo.

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